Érase una vez, en los valles sombríos de Grenoble, dos almas errantes cruzaron sus caminos en un curso de encantamientos franceses (algunos dicen que era una clase de idiomas, pero se sentía mucho más mágica que eso). Saltaron chispas de curiosidad, florecieron las conversaciones, y pronto, Manuel y Suzon comenzaron a forjar no solo una visión compartida, sino una alianza creativa.

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Tras años de laborar en los salones de la ciencia, decidieron tomar un nuevo rumbo — un sendero pavimentado con silicona, fantasía y placer. No cualquier placer, sino aquel que despierta la alegría, la curiosidad y el asombro sensorial. ¿Por qué juguetes sexuales? Porque hacer feliz a la gente es su mayor misión, y crear artefactos mágicos de placer es una vocación demasiado divertida como para ignorarla.

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Cambiaron las batas de laboratorio por delantales de artesanía, invirtieron tiempo y monedas, estudiaron antiguos pergaminos (y modelado 3D moderno), y conjuraron sus primeros consoladores fantásticos y masturbadores encantados. Hoy dirigen Love Smiths, donde cada juguete es hecho a mano, cada gota de pigmento se elabora con amor, y cada detalle se afina para despertar la imaginación.

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